LA VIDA ES UN LABORATORIO: PRUEBA Y OBSERVA – Entrevista a Patricia Perea

Patricia Perea, más conocida como Patty Perea en el mundo yogui, estudió Psicología en Rusia y practica meditación hace treinta años. Desde el primer momento que la conoces es imposible no contagiarse de esa vitalidad y energía que transmite a través de su sonrisa.  Sin embargo, su vida no ha sido un recorrido sencillo, al contrario, ha estado marcada por duros desafíos que ella ha convertido en sus mejores experiencias de aprendizaje. Ahora, como profesora de yoga especializada en niños, adolescentes y familias nos recibe en Balance Studio para conocer un poco más sobre su historia con el yoga.

 

“[La meditación] …llegó para encontrarme, conocerme, dejar de juzgarme, ser más consciente y para aprender a perdonar”

 

 

¿Patty, dónde conociste o aprendiste a meditar?

Aprendí en Elistá en el Cáucaso en Rusia. Todo empezó cuando me fui con una beca a estudiar Psicología a Rusia, tenía 16 años en esa época y la universidad me colocó en un cuarto de estudiantes con una compañera que era rusa. Ella meditaba y nos hicimos muy cercanas porque ambas bailábamos ballet.  Un día que estábamos de vacaciones me dijo “vamos a cultivar la mente” y nos fuimos de viaje a Elistá, recorrimos en tren el país hasta llegar a esa ciudad hermosa con grandes bosques, donde ahora han construido un templo budista, que estaba habitada por monjes que te enseñaban la práctica de la meditación a través de la observación.

Fue una herramienta que llegó a mi vida, decidí probarla y aprenderla, aunque inconscientemente aún no la valoraba, pero en el transcurso de la vida he comprendido que ha sido una gran herramienta que me ayudó a enfrentar situaciones muy duras. También entendí que todo en la vida llega por algo y a la mía llegó para encontrarme, conocerme, dejar de juzgarme, ser más consciente y para aprender a perdonar.

 

¿Cómo fue esa primera experiencia con la meditación?

La primera vez que llegué a Elistá, el monje me dijo “observa la piedra” yo dije “está loco”, sentí que me estaban faltando el respeto porque fui con todos mis paradigmas y prejuicios.  Recuerdo que ese día estuve renegando todo el día, pero mi amiga me dijo que me mantenga tranquila y así fue. Al día siguiente el monje me mandó nuevamente a observar la piedra y luego me hizo muchas preguntas sobre la observación que había tenido. Me dijo que me había mandado esa tarea porque así estaba mi mente, como una piedra; porque no veía más allá, solo veía la forma.

La meditación es observación. Esa frase marcó mi vida “observa la piedra”. Los occidentales nos pegamos mucho a la forma, a la inmediatez y olvidamos la contemplación para ver más allá y entender por qué cada cosa está en su lugar. La observación marcó mucho mi vida y me ha ayudado mucho en mi carrera porque como psicóloga observo todo el tiempo.

 

¿Cuánto tiempo estuviste aprendiendo a meditar?

Recuerdo que meditábamos durante 20 días, desde la primera vez que fui me sentí muy conectada y eso hizo que regresará durante los siguientes 3 años.

 

“[Con la meditación] Aprendí que el cerebro es tan poderoso. Es una maquina preciosa, sofisticada, tan liviana y al mismo tiempo tan perfecta”

 

¿Qué aprendiste en todos esos años?

A observar lo exterior de manera contemplativa, una vez que has observado el exterior te das cuenta que tu interior es como una flor. Para ellos la mente y el espíritu son como un capullo abierto. Cuando nacemos somos seres libres de prejuicios y miedos, a medida que vamos creciendo ese capullo se va cerrando con nuestras inseguridades y cada capa de esa flor que se va cerrando es una coraza que hemos creado.

Aprendí que se puede ver la vida de otra manera, que las cosas tienen que pasar porque tienen que pasar. Sí, habrá dolor; sí, vas a llora; pero todo va a pasar. Nada permanece.

Yo sentí que la vida me preparó y me ayudó a adquirir esa herramienta para enfrentar todo lo que viviría más adelante. Todos pasamos situaciones difíciles de diferentes matices y me tenía que pasar a mí. Tú puedes ser muy alegre, muy feliz; pero pasas por una experiencia dura y por protección te vás a cubrir; pero en esencia sigues siendo eso: feliz y alegre.

Aprendí que el cerebro es tan poderoso. Es una maquina preciosa, sofisticada, tan liviana y al mismo tiempo tan perfecta. Sin embargo, una vez que le ingresa un virus, se afecta todo el sistema. Somos energía, somos prana, cuando vivimos una experiencia adversa tu cerebro va a reaccionar y se va a conectar e impregnar en todo tu cuerpo.

 

 

¿Cómo te conectas con el yoga?

A raíz de un accidente automovilístico.

Iba manejando y un auto chocó contra el mío, el impacto me generó una fisura en la columna. Estuve postrada durante 3 meses y con un dolor intenso con el que me vi obligada a tomar pastillas, algo que no me gusta hacer porque siempre he optado por la medicina natural. Sin embargo, esos meses en cama hicieron que sea consciente de todo el amor que tenía alrededor y entendí que la curación viene con el amor. Se necesita mucho amor y paciencia para recuperarte.

Durante esa época practiqué mucho la meditación, para dejar de enfocarme en el dolor me trasladaba a todos los momentos felices que tuve, recordaba cuando caminaba en los bosques de Rusia y luego observaba de dónde venía el dolor. También observaba cada parte de mi familia, me preguntaba por qué, otra vez, me pasaba un evento que paralizaba mi vida.

Luego del tres mes de estar en cama sin poder moverme, pude pararme y el médico neurocirujano me pidió que me dediqué a hacer actividades menos fuertes. Para mí, que soy una persona muy activa era imposible.  Yo dije no porque en Shambala aprendí que uno puede regenerar sus células con los pensamientos y así pasó. No puse atención en la herida, aplicaba mucho la meditación y la observación hacia adentro. Fue en esa época, cuando iba a la rehabilitación en la clínica, que vi a una chica con su mat, me acerqué y le pregunté si hacía yoga. Luego de conversar un momento ella me dijo “prueba el yoga”, yo la escuché, pero continué con mi camino.

 

¿Y qué pasó después?

Mi amiga Mónica me dijo que viajaría a Argentina para realizar un profesorado de Rainbow Yoga Kids me preguntó si podía viajar con ella y le dije que no porque había estado de licencia por el accidente que tuve, pero era un tema que me interesaba mucho porque siempre me sentí muy atraída por trabajar con los niños. Al año siguiente me enteré que iba a realizarse una actividad similar en el Perú y decidí tomarlo. Durante ese curso, les comenté a mis compañeras sobre mis molestias en la espalda y una amiga, Amparo, me invitó a probar con el Ashtanga Yoga y desde ahí no lo dejé.

 

¿Y cómo decidiste dedicarte a vivir del yoga?

Yo trabajaba en una transnacional dedicada a la educación, líder en el medio, ganaba muy bien, pero tenía muchas horas de trabajo, viajaba bastante y no veía mucho a mis hijos. En esa época mi última hija pasó por un evento muy fuerte que me hizo entender que ella quería más tiempo conmigo, calidad de tiempo. Fue una etapa en la que se juntó todo; me estaba separando, había salido del accidente, mi hija, el trabajo. En ese momento decidí enfocarme en el curso de Rainbow Yoga Kids y en aprender yoga.

Todo el mundo me decía; Patty estás loca, el dinero se acaba, de qué vas a vivir. Ahora vivo tranquila, hago yoga, comparto yoga y veo a mis hijos. Esa experiencia me ayudó a entender que cuando tú tomas la decisión de ser libre, no será fácil, te va a costar; pero si tú crees empiezas a crear.

 

¿Qué sígnica Shambala para Patty?

Shambala es amor a mí misma, compasión. Siempre se me viene a la mente que soy un capullo. Dentro mío está lo mejor de mí. Eres una flor hermosa, eres un elemento hermoso de la creación de Dios. Significa aceptación a mí misma y por ende la puedo proyectar a los demás. Si mañana cierro los ojos, me voy tranquila.

 

Patty, siento que tu historia está marcada por dos palabras: prueba y observa ¿También lo sientes así?

[Risas] Sí, bueno, la vida es un laboratorio donde podemos ir experimentando todo el tiempo. Juntando una experiencia con otra para crear una nueva y luego observar cuál es el resultado. Mi padre siempre me impulsó a probar todo aquello que me daba curiosidad, me impulsó a sentirme en la libertad de seguir y hacer lo que me gustaba. Eso me ha marcado mucho.

 

 

 

 

||| Entrevista realizada por: Claudia Chalán Ayala, Relaciones Públicas y Prensa – lāal.