El yoga es la disciplina milenaria que nos invita a aprender a vivir en conexión con uno mismo y con todo lo que está a nuestro alrededor. Lo cual también significa aceptar que no somos seres aislados del universo. Al contrario, al ser parte de la naturaleza, también nos regimos por sus leyes y nuestros cuerpos experimentan su influencia. Por ello, en esta oportunidad queremos compartir un poco sobre la relación que existe entre la Luna, sus fases y nuestra práctica de yoga.
La luna, al ser el cuerpo celeste más próximo que tiene nuestro planeta, ejerce una influencia muy fuerte sobre todos los seres que habitamos en la Tierra. Por ejemplo, está demostrado a nivel científico su influencia sobre el mar y las aguas, sobre los ciclos de crecimiento de las plantas y también sobre el comportamiento de los animales. Por tanto, es lógico pensar que los humanos, seres compuestos por un gran porcentaje de agua, también somos afectados por la energía que ella irradia. Pero, ¿cómo se relaciona esto con nuestra práctica de yoga?
Las fases de la luna y el yoga
Los efectos de la luna sobre los seres que habitan el planeta tierra no es algo nuevo. De hecho, muchas culturas en distintas partes del mundo han sido conscientes de su influencia desde hace miles de años. Una de ellas, la cultura de los Vedas, territorio donde nació el yoga.
Las 4 fases de la luna pueden afectar o beneficiar con nuestra práctica de yoga del siguiente modo:
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Luna Nueva:
La luna nueva es la etapa donde el único satélite de la tierra pierde su luz completamente y nuestras noches suelen ser más oscuras. A nivel general, esta fase es perfecta para la siembra no solo de las plantas; también de intenciones o la germinación de proyectos que queramos desarrollar. Debido a que nos encontramos con noches más oscuras, nuestro cuerpo puede encontrarse poco receptivo para actividades físicas de alta exigencia. Además, se suele decir que durante este periodo nuestras articulaciones o ligamentos estarán menos hidratados; por tanto, se reduce nuestra capacidad de flexibilidad.
¿Qué podemos hacer durante esta etapa? Desde la metodología de enseñanza Ashtanga Mysore, se recomienda no practicar las secuencias de yoga con exigencia física o corporal durante este día. Al contrario, secuencias suaves que involucran colocar mucha atención en el cuerpo como el yoga restaurativo y también la práctica de meditación.
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Luna Creciente:
Durante esta etapa la luna empieza a ganar luz poco a poco; por tanto, es ideal para crear hábitos y poner en práctica con acciones concretas aquello que sembramos como intención durante la luna nueva. Para el yoga, esta etapa es perfecta para reafirmar nuestro compromiso con nuestra práctica y para incorporar nuevas asanas o posturas a nuestras secuencias porque hay un aire de creatividad alrededor nuestro.
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Luna Llena:
En este momento la luna ha ganado toda la luz posible y está más brillante que nunca. Del mismo modo, la energía alrededor está en su máximo esplendor; por tanto, nuestro prana (energía vital) también se encuentra en su máxima capacidad. Sin embargo, puede que nos sintamos desbordados a nivel emocional y el cuerpo incrementa su flexibilidad física. Por ello, tampoco es recomendable la práctica del yoga con posturas de exigencia física porque podemos llevarnos niveles fuera de nuestro rango de control y lastimarnos. Lo ideal es realizar la práctica de meditación, Bhakti Yoga o cantar mantras. Si eres de los que sigue el método Ashtanga Mysore, probablemente tu instructor o guía ya te ha comentado que tampoco se practica la secuencia durante estos días; pero sí es buen momento para el estudio a nivel de filosofía de lo que significa el yoga.
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Luna Menguante:
La fase menguante se conoce como aquella etapa donde la luna empieza a perder su brillo y va oscureciéndose poco a poco. Por tanto, es un excelente momento para todas aquellas actividades relacionadas con depurar, soltar o limpiar. A nivel de la práctica de yoga, es una etapa ideal para la práctica detox con asanas que nos ayuden a eliminar toxinas del cuerpo y de la mente.
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Eclipses lunares o solares:
Otro fenómeno relacionado con los cuerpos celestes que es importante mencionar son los eclipses lunares o solares. Cualquiera fuera el caso, los eclipses representan aquel periodo donde se cierran ciclos o grandes finales. Por tanto, es un momento importante para practicar mucho la meditación y la conexión más espiritual. Evitar el consumo de alimentos pesados, mantente hidratado y evitar los momentos impulsivos.
Como ves, todo el universo está conectado, no somos seres aislado; por tanto, nos vemos afectados por los fenómenos que ocurren con los cuerpos que están dentro del planeta y los que se encuentran fuera de él. Además de poder alinear tu ser con la naturaleza; evitar la práctica durante los días de luna nueva o luna llena también es un entrenamiento constante para el desapego. Sabemos lo bien que nos hace la práctica postural del yoga; sin embargo, debemos desarrollar la capacidad de mantenernos en el presente más allá de la práctica postural.